Chispazos, destellos, así vivencio la plenitud, a veces son tan pequeños que casi no alcanzo a reconocerlos, pero allí están y viven conmigo siempre. A algunos los he perdido con el paso de los años, que sin querer van deshechando algunas cosas, incluso las buenas. Día tras día, un leve y fino velo los va cubriendo y se van quedando ocultos para nuestra memoria.

Es increible la cantidad de cosas que olvidamos.

Lidia Rossana Araya Zagal